20.12.09

La Maquinaria Roja

No era mala idea esta Copa

Nos remontaremos a diez años atrás.

Eran tiempos en que el fútbol nacional era más subterráneo (?) que hoy en día. La selección venía de ser vapuleada en la Copa América luego de que Pastoriza prometiese el cielo (?). Estudiantes venía de hacer su gran Libertadores, pero pronto nos íbamos a acordar que la PreLibertadores estaba primero. Eran pocos los que jugaban afuera y menos los que triunfaban...

Y el torneo local se jugaba con doce equipos o con diez, según la supervivencia (?) de cada uno. En ese 1999, ItalChacao fue campeón con el plantel que había sacado a Táchira campeón en el primer semestre y algunas adiciones. El aurinegro de los juveniles y los colombianos baratísimos quedó último, pero con los lácteos entró en PreLibertadores ante los mexicanos -que luego fueron América y Atlas. Estudiantes fue a dar la última edición de la Copa Conmebol. Ambas son otras historias que se pueden contar más adelante.

Esta vez, nos quedamos con el otro equipo nacional que fue a un torneo internacional. Y con la participación copera -estrictamente apegados al criterio (?) clasificación final- más importante de los últimos 25 años. Caracas, entonces, fue el equipo venezolano que jugaría la segunda edición de la Copa Merconorte, la predecesora, a dos bandas con la Mercosur, de la actual Nissan Sudamericana.

El cuadro rojo ya había estado en la primera edición, en 1998 y había tenido una presentación decorosa. En el segundo semestre antes de la llegada del Y2K (?) los avileños se reforzaron con jugadores de la ULA como Juancho García, Pájaro Vera, Urdaneta, aparte de Arango de Zulianos -Nueva Cadiz, es lo mismo- y Koyac Álvarez de Inter Lara. Con eso, Plasencia tenía a uno de los planteles más completos de la historia del fútbol nacional y la obligación de ser campeón, algo que a la larga no pasó. La gran baja era la de Rey, que se había ido a Ecuador, y era suplida por el baldosero argentino Lizza.

Antes de arrancar el Apertura, se dio la inauguración de la Merconorte. La noche del 11 de agosto, el Olímpico recibió a Caracas y Emelec, el equipo ecuatoriano en que jugaba Rey. Arrancó ganando el cuadro eléctrico con tanto de Otilino Tenorio, de inmediato remontó el local con Sevillano y Juancho. La electricidad del viejo estadio falló y el segundo tiempo continuó al día siguiente. Los criollos mantuvieron el 2 a 1. Están esperando que pongamos un chiste malo con el equipo eléctrico y el apagón, pues no (?).

Los primeros partidos del torneo local eran prometedores, pero en Bogotá, Independiente Santa Fe devolvió a la realidad a los capitalinos con un 3 a 0. Hay que agregar que Baena atajó un penal con el duelo cero a cero y que Santa Fe venía de ser local en Pueblo Nuevo ante el Cali en el torneo colombiano. En el Apertura llegó el bajón, pero los cocodrilos se recuperaron ganándole 3 a 1 a Sporting Cristal en el Olímpico, con goles en el segundo tramo de García, Vera y Álvarez. Cuatro puntos más y los venezolanos podían soñar con el pase a semifinales.

Luego del clásico de la malla rota, Caracas fue a jugarse buena parte del futuro en el torneo en Guayaquil. Allá le bastó un error defensivo emelecista tras un saque de meta de Baena que dejó a Juancho para rematar y hacer que los rojos ganasen 1 a 0. De nuevo al Olímpico, ya en noviembre, con ganarle a Santa Fe bastaba para asegurarse como mínimo el mejor segundo, que era el último pase a semifinales en un torneo con tres grupos. Pero el cuadro cardenal aprovechó uno de los pocos parpadeos de un equipo que dominó todo el juego y ganó 1 a 0.

A la última fecha, visita a Lima, los avileños llegaron obligados a conseguir al menos un empate para meter la primera final para un cuadro vinotinto desde 1984. El primero ya no era alcanzable, era de Santa Fe. Adelante estaba un Cristal sin nada que buscar y la menor asistencia en la historia copera del estadio Nacional -637 espectadores-, así que los de aquí empujaron y con dos de Juancho y uno de Arango ganaron 3 a 2 y clasificaron como mejores segundos a semifinales. El país recibió con tibieza (?) un hecho prácticamente inédito.

Las cosas (?) de la Conmebol y la gente que organizaba el torneo, hicieron que de nuevo jugasen Caracas y Santa Fe. El 2 de diciembre de 1999, el Olímpico recibía luego de 15 años una semifinal continental. Los caraqueños hicieron de todo para ganar, pero los santafereños se pusieron arriba con gol de Wilson Cano en un rebote dado por Baena. Tuvo que venir a empatarlo Juancho García poco después, pero el daño estaba hecho, 1 a 1. Los criollos tenían que ir a Bogotá a jugarse el pase a la final.

El jueves 9 de diciembre, un estadio El Campín con no mucha gente -la poca atención de medios y espectadores condenó desde el principio a un torneo que no era tan mala idea- albergó uno de los partidos más inolvidables de la historia del Caracas y el fútbol nacional. El equipo de Plasencia fue la Maquinaria Roja más que nunca esa noche, sin complejos salió a buscar el partido -aunque en Colombia dijeron lo contrario-. Y arrancando el segundo tiempo, el país veía por televisión como Urdaneta le daba un pase al borde del área al Pájaro Vera y este marcaba el gol de su vida con un toque increíble que bajó justo dentro el arco de Agustín Julio. El tiempo fue pasando, los capitalinos aguantaron y contragolpearon bien y cuando todo hacía pensar que la final estaba ahí, Jeffrey Díaz quedó mano a mano con Baena y el 1 a 1 mandó la definición a los penales. García y Bidoglio fallaron, Baena no vio un penal y los anotados por Miranda y Vera no fueron suficientes. 4 a 2, el sueño rojo había terminado.

Un once tipo sin Arango

La campaña de Libertadores de este año es vista por muchos como la más relevante de su historial. Como el fútbol nacional parece haber arrancado en 2001 (?) los más jóvenes se la creerán completa. Pero antes de los foros, el twitter y los goles de Figueroa, Caracas logró un hito aún no superado. Como se dijo más arriba, ese equipo no fue campeón, pero la semifinal de Copa Merconorte nunca fue igualada y pocas veces lo fue después su juego ofensivo, desenvuelto, con un goleador claro como Juancho García, dos volantes de jerarquía como Vera y Bidoglio y una defensa balanceada, bajo un técnico experimentado como Plasencia.

El once tipo, el mismo que salió a El Campín aquella interminable noche de diciembre tenía a César Baena, David Mc Intosh, Carlos García, Rolando Álvarez, Luis Vallenilla, Héctor Pablo Bidoglio, Luis Vera, Gabriel Urdaneta, Jorge Giraldo, Juan Arango y Juan García. Una selección nacional vestida de rojo. Caracas ganó cuatro partidos, empató dos y perdió dos más, hizo once goles, le marcaron diez y tuvo en Juancho al goleador de la Copa con seis goles.

Por Cóndor

1 comentario:

Manuel De Oliveira dijo...

Ése Caracas, el Táchira de Cavalleri y el de Cata son los que tengo fijados en la memoria como ningún otro. Muy difícil volver a ver equipos así por acá.

A ver si alguno se acerca.