21.3.10

El hombre que no pudo ir a Dubai

Momento cumbre: Libertadores 2009

Se fue el Negro Jefe.

Una verdadera novela tropical, hasta con escenas subidas de tono (?), se vivió en el cada vez más descoñetao Coco en los últimos días.

Los entendidos (?) habían adelantado que la caída de Chita era inminente, que le estaban echando todo el edificio abajo. Le hacían la cama, pues.

De afuera no es fácil ver detrás de las puertas amarillas. El día de la derrota ante los chilenos, Sanvicente contestó dos preguntas en la rueda de prensa y puso el cargo a la orden, básicamente.

¿Qué pasó? Fue la gota que derramó el vaso. Había lío interno y el guayanés soltó la lengua. Como en cualquier equipo le dieron por la cabeza al técnico. Sólo que en un medio enrarecido, que lo tenía consentido al entrenador, la cosa no iba a pasar por debajo de la mesa.

Fueron horas tensas, dignas de la más chaborra prensa farandulera. La cantidad de dimes y diretes fue importante. Pero la esencia es que se reunieron, le aceptaron la renuncia y trajeron un apagafuegos.

Claro, no es así de fácil decir que se fue Chita. La poblada (?) roja perdió a su imagen más visible. Como pasó con Páez en la vino, el Negro Jefe era el Caracas. Rey, modelito Cichero, el Pájaro... ninguno de esos. Caracas era igual a Chita.

Los números dicen que ganó cinco títulos, una Copa Venezuela, que llegó a octavos y cuartos de la Libertadores. El estilo lo conocíamos todos: bien paraditos, un tipo alante con Castellín o Carpintero -según el momento-, cambios que no funcionaban y mucha garra. En el camino aparecieron, explotaron, implosionaron o se fueron Guerra, Vargas, Rouga, Maestrico, Jiménez. También se fue arrimando más gente al estadio, seducida por el aroma del éxito.

De repente, ganó en la cancha de River. De repente, regaló el boleto a cuartos en Santos. De repente, se llenó el Olímpico. De repente, puso suplentes y le sacó un resultado a Táchira. De repente goleó a Cuenca y quedó al borde del llanto en el Mineirao. Antes ya había tirado pa rriba y le habían tirado pa bajo en la selección.

Ahora bien, no se nos olvide que tenía un sueño loco, loco. El técnico juraba y perjuraba que con jugadores como Lucena, Prieto, Valoyes, Romero y demases podía ganar la Copa e ir a Dubai a medirse al Barcelona, al Pachuca o al que sea. Claro está, por más que le puso nunca pudo lograr el sueño. Es probablemente, la deuda más grande que dejó consigo mismo. Pero, convengamos, estaba arando en la orilla.

Si preguntan por la herencia de Chita, hay que remitirse a los llenazos en la Libertadores en primer lugar. Sin dejar de lado el "miraaa!" o el rescate de la palabra "pajuato". Claro, el aficionado agregará más cosas. Bueno, dele, a piacere (?).

Como en todo equipo, llegó un nuevo técnico. Un tal Ceferino (?), recordado por ser un lateral más corazón que fútbol que supo jugar por más de una década con el Caracas. Hoy es un desconocido, el tiempo dirá si fue el interino o algo más que eso.

Por Cóndor

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